domingo, 17 de noviembre de 2013

Lecciones para la Cumbre sobre cambio climático

Las lecciones del tifón Haiyan para la Cumbre sobre Cambio Climático de la ONU




Democracy Now


El tifón Haiyan, una tormenta de dimensiones históricas, ha devastado a la población de Filipinas, mayoritariamente empobrecida. Miles de personas han muerto, cientos de miles permanecen aisladas, sin alimentos ni agua. En total, millones de personas han sido afectadas en todo el país. La lucha por la supervivencia compite con la urgencia por enterrar a los muertos, asistir a los heridos y el temor a sufrir los embates de las tormentas tropicales que pueden suceder al tifón. Al mismo tiempo, del otro lado del mundo, miles de negociadores, científicos, políticos y periodistas están reunidos en la Conferencia anual sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, que este año tiene lugar en Varsovia, Polonia. Los fuertes vientos que azotaron Filipinas esta semana exigen vientos de cambio en la respuesta mundial al calentamiento global.
Durante la sesión inaugural de la 19ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 19) que está teniendo lugar en Varsovia, un valiente negociador acaparó la atención de todos los presentes al exigir que se tomen medidas para combatir el cambio climático.
“Lo que mi país está atravesando como consecuencia de los eventos climáticos extremos es una locura. La crisis climática es una locura. Sr. Presidente, podemos detener esta locura aquí mismo, en Varsovia”, afirmó Naderev “Yeb” Saño, representante de Filipinas, el país recientemente devastado por el tifón, cuando la cumbre dio inicio. Este no fue su primer llamamiento a un organismo de la ONU. El año pasado, en ocasión de la cumbre sobre cambio climático realizada en Doha, Qatar, y poco después de que el tifón Bopha dejara un saldo de 1.100 muertos en Filipinas, Saño imploró a los negociadores reunidos allí, mientras intentaba contener el llanto: “El resultado de nuestro trabajo no debe tratarse de lo que quieren nuestros líderes políticos, sino de lo que exigen los 7.000 millones de habitantes del mundo. Les pido a todos: por favor, no más demoras, no más excusas. Por favor, hagan que Doha sea recordado como el lugar donde hallamos la voluntad política para cambiar las cosas”.
Pero Doha no cambió las cosas. Uno tras otro, los informes confirman lo que establece la ciencia: el catastrófico cambio climático se está acelerando. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), una asociación integrada por más de 1.800 científicos que lidera la investigación sobre el cambio climático a nivel mundial y que compartió el Premio Nobel de la Paz con el ex Vicepresidente estadounidense Al Gore en 2007, acaba de publicar su quinto informe de evaluación. El IPCC informa, cada vez con mayor certeza, que el clima está cambiando y que este fenómeno es provocado por la actividad humana.
Jeff Masters es meteorólogo y fundador del sitio web Weather Underground. A diferencia de la mayoría de meteorólogos de la televisión estadounidense, que no suelen vincular los eventos climáticos extremos con el cambio climático, Masters realiza esta conexión en forma habitual. Afirmó en el programa de noticias “Democracy Now!”: “La ocurrencia de este tipo de tormentas fuertes de categoría 5 ha aumentado. Y, cuando ocurren, una mayor proporción de ellas ocurre con una intensidad extremadamente alta”. Masters y el IPCC señalan que un evento climático aislado no puede atribuirse directamente al cambio climático, pero la frecuencia y la intensidad de las tormentas aumentarán.
Mientras que la ciencia es fría y debe someterse a revisión, la realidad en los lugares afectados por estos eventos climáticos es cruda y mortal. El tifón Haiyan (que en Filipinas se denomina Yolanda) es tan solo el ejemplo más reciente. El huracán Sandy azotó hace un año los estados de Nueva Jersey y Nueva York, y provocó la paralización de una de las ciudades más grandes del planeta.
Es demasiado prematuro calificar de fracaso a la cumbre sobre cambio climático de la ONU en Varsovia. Hay negociadores honestos reunidos en Polonia, además de activistas, tanto dentro del Estadio Nacional, donde tiene lugar la conferencia, como fuera, en las calles. Los activistas de Greenpeace están llamando la atención acerca de la fuerte dependencia de Polonia de las plantas de energía a carbón. Una de sus acciones consistió en proyectar el siguiente mensaje sobre las grandes chimeneas de humo: “el cambio climático comienza aquí”. Al mismo tiempo, otros 28 activistas de Greenpeace podrían ser condenados a siete años de prisión en Rusia por manifestarse contra la primera plataforma de exploración petrolera en el Ártico. Los dos periodistas que cubrieron la protesta afrontan los mismos cargos.
Muchos consideran que Varsovia es solo un paso previo de cara a la cumbre sobre cambio climático que tendrá lugar en París en 2015 y, por lo tanto, reconocen que no es posible adoptar medidas urgentes. Pero, ¿por qué? En la cumbre sobre clima de 2011 realizada en Durban, Sudáfrica, una representante de la delegación de jóvenes se dirigió al plenario de cierre y expresó su frustración con el lento avance de las negociaciones. Anjali Appadurai sostuvo: “Han estado negociando desde que nací. En todo este tiempo, no cumplieron con ninguno de los compromisos asumidos. La ciencia nos dice que tenemos un plazo máximo de cinco años para evitar el cambio climático irreversible. Ustedes dicen ‘dennos diez’. La mayor traición a la responsabilidad de su generación con respecto a la nuestra es que denominen a esta meta como “ambición”. La "ambición" ha sido descartada por considerarla radical, o políticamente imposible. Pensar a largo plazo no es algo radical. Lo que es radical es cambiar por completo el clima del planeta, comprometer el futuro de mi generación y condenar a millones de personas a morir a causa del cambio climático. Lo radical es descartar el hecho de que un cambio es posible”.
El principal negociador de Filipinas, Yeb Saño, seguirá luchando, tanto por su familia, gran parte de la cual fue afectada directamente por el tifón Haiyan, como por el proceso de negociación. Culminó su intervención en la sesión inaugural de la Cumbre de Varsovia con un anuncio: “Sr. Presidente, digo esto con total sinceridad, en solidaridad con mis compatriotas que están luchando para obtener alimentos en mi país, y con mi hermano que no ha tenido alimentos durante los últimos tres días. Iniciaré una huelga de hambre voluntaria por el clima. Esto significa que dejaré de comer voluntariamente durante esta Cumbre hasta que haya un resultado real en vista. Se le han dado muchos nombres a este proceso, se ha dicho que es una farsa, que es una reunión anual sin sentido que implica una gran huella de carbono para viajeros frecuentes. Muchas veces se la ha calificado de diferentes maneras, y eso duele. Sin embargo, podemos demostrar que se equivocan. Sr. Presidente, mi delegación lo apela en forma respetuosa a que lidere este proceso y permita que Polonia, Varsovia, sea recordada por siempre como el lugar donde realmente tuvimos la voluntad de poner fin a esta locura. Si este es nuestro imperativo aquí en Varsovia, puede confiar en mi delegación. Sr. Presidente. Creo que aún podemos lograrlo”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Día de los muertos en México



Cuenta Lorenza Flores, una señora de 74 años, que en San Antonio Tecómitl, un pueblo semirural a las afueras de México DF, existe una historia que confirma que cada 2 de noviembre los muertos vienen a visitar a sus familias.

El cuento de Lorenza Flores dice: “Una vez una señora del pueblo le dijo a su esposo que le comprase unas velas para los papás de él. Pero el señor le dijo: ‘A mis papás no les compro nada, que ellos nunca vienen en los muertitos. Ponles solo unos ocotes”. La señora Flores explica que un ocote es un palo seco que se usa para prender la lumbre. Luego continúa la narración. “Entonces él se fue al monte a leñar. Y cuando ya se hizo tarde vio una fila de muertos pasar y los últimos de la fila eran sus papás, que llevaban los ocotes encendidos. Él los vio y se espantó, porque se dio cuenta de que ellos sí venían el Día de Muertos, y a partir de ahí todos los años le puso sus velas a sus difuntos”.

Mientras cuenta la historia, Lorenza Flores, sentada al atardecer con un manta sobre las rodillas, le va quitando pétalos a un ramo de flores de color amarillo y las va echando a puñados al borde de la tumba de su marido, Sergio Roldán, fallecido en 1994. Su hija y sus nietas se están ocupando de adornar el lecho de muerte del señor. Aquí, en Tecómitl, tienen la tradición de mojar la tierra de las tumbas de sus difuntos, hacer lodo con ella y formar esculturas que recuerden a ellos. La familia Roldán, sobre los restos de su patriarca (albañil y campesino), ha levantado un montón de barro con forma de féretro sobre el que han sentado, con la espalda apoyada en la cruz del muerto, un esqueleto vestido como vestía el señor Roldán cuando era niño: camisa y pantalón de tela blanca, huaraches (sandalias) y un sombrero redondo de paja. Además le han puesto una cerveza entre las manos.

-Le gustaba tomar -dice una hija.

-Le gustaba no, le encantaba -corrige la viuda con rigor histórico.

Poco después, le ponen al esqueleto un cigarro en la mano y se lo encienden. Ahí también interviene Lorenza Flores. Dice que si bien el hombre era bastante bebedor, lo que no se le puede achacar es que fumase muchos cigarros. Pero a los jóvenes de la familia les apetecía colocarle un Camel entre los dedos al esqueleto.

El rito escultórico de San Antonio Tecómitl es un espécimen extraño dentro de la miríada de celebraciones de difuntos que se hacen por todo México cada 2 de noviembre. En la capital es poco conocido, aunque está al lado de Mixquic, un pueblo muy famoso por su día de difuntos. De Tecómitl habla en su libro Ciudad de México desconocida el reportero Édgar Anaya-Rodríguez, un rastreador de bellas rarezas del DF que en su texto apunta que en este pueblo nadie sabe bien de dónde viene la tradición de esculpir el lodo de los muertos: “Hay quien le atribuye unos cien años de antigüedad e incluso algunos dicen que es costumbre virreinal”.

El camposanto se divide en tumbas de adultos, a la izquierda del pasillo central, y tumbas de niños a la derecha. En este lado trabajaba esta tarde Víctor Ayala sobre el lecho de su hijo Ángel Isaías, fallecido en 2007 a los cinco años. Este año el señor Ayala le ha construido un helicóptero de lodo al niño. Incluso le ha incorporado unas hélices a las que les ha puesto un motorcito que las hace rotar con ayuda de la energía que roba de un cable de la red eléctrica del cementerio. Víctor Ayala también sostiene que los difuntos regresan el Día de Muertos.

-En la casa, cada año se oyen ruidos cuando llegan los niños -dice Ayala.

-¿Pero por qué habla en plural, si usted no tiene más de un hijo fallecido?

-Ah, eso es porque los muertitos siempre vienen acompañados, nunca viene uno solo. Por eso yo oigo varios pasos.

No todos los familiares hacen virguerías como el helicóptero de Ayala o el esqueleto cervecero de los Roldán. Por lo general se limitan a acumular lodo sobre la tumba y a adornarla con flores, sobre todo cempasúchiles naranjas y amarillos, o a dibujarles figuras de animales -esta tarde, por ejemplo, en el lecho de un niño habían trazado un búho y en el de un señor una araña-, formas geométricas, como las grecas prehispánicas, o una catrina, la calavera tradicional mexicana .

Para las esculturas más elaboradas hay incluso un sencillo concurso en el que se premian las mejores tumbas con despensas como frijoles, arroz, café, azúcar, papel higiénico o latas de atún. Pero eso no es lo que impulsa a las familias que esculpen con las manos la tierra de sus difuntos, como aclaraba esta tarde Roberto Vanegas Jr., hijo de Roberto Vanegas, fallecido en los años ochenta, de oficio panadero, chofer y carpintero. Este año le han construido una panadería con su horno correspondiente. Alrededor del horno han colocado una cuadrilla de esqueletos de juguete que forman la plantilla laboral de la panadería. Unos meten un pan en el horno, otros elaboran la masa sobre la mesa -masa de pan real- y otros se toman un descanso y beben una cerveza en miniatura.

El ambiente en el camposanto de Tecómitl es festivo. En torno a las tumbas se reúnen las familias a charlar, a comer -esta tarde al lado de la tumba de un niño había un señor asando carne de res a la parrilla-, a beber y a rezar. En un grupo grande unos adultos que parecían entonados por el licor le pedían a una chica de la familia que danzase - “¡¡Báilale, báilale!!”-, por otro lado una mujer le pedía a una niña que no tocase las flores ajenas -“Son de los muertitos, no son tuyas”-, y en la zona de las tumbas infantiles una muchacha decía pensativa entre los túmulos de tierra: “Cuántos bebecitos...”.

Al anochecer, el panteón de Tecómitl se queda a oscuras, iluminado sólo por las hogueras de las familias y por las velas. En el aire, el olor del copal, una resina que se quema en las tumbas con la intención de purificar el alma de los que están al otro lado.

A última hora, en una de las tumbas del camposanto estaba reunida la familia de Eustolio Aguilar, fallecido en 2003 a los 73 años. A él le han decorado la tumba con flores y le han puesto una botella de tequila. Un señor de la familia precisa que lo bebía directo de la botella: “A puro Pedro Infante”, dice, aludiendo al mítico actor mexicano. También le han dejado un camión de juguete, porque Eustolio Aguilar tenía una empresa de trailers. Su familia dice que dejar los regalos ahí es seguro. No creen que nadie vaya al camposanto de Tlecómitl ha robarle a don Eustolio su licor y su camión. Una de sus hijas dice que la gente no le quita nada a los muertos porque teme que se cabreen y que luego, cuando el ladrón esté durmiendo en su cama, lleguen los difuntos "a agarrarles las patas". En México la muerte es respetada. A la muerte, no se le roba.