domingo, 14 de septiembre de 2014

Primer Foro

Convicciones y provocaciones

Convocados por la secretaría que conduce Ricardo Forster, políticos, politólogos e intelectuales analizaron y complejizaron el concepto de pensamiento nacional, la sociedad argentina y su lugar en el mundo.
por Cristian Vitale
Día gris en Resistencia. Un poco fiero. Mejor estar dentro, que bajo los árboles que les ponen un plus de belleza a los lindes descubiertos de la Universidad Nacional del Nordeste. Mejor, sobre todo, porque ahí dentro, al reparo de los techos de su aula magna y al calor humano de una sala repleta, lo que se juega es pensar en nacional, nada menos. Pensar –y nombrar– en las categorías que proponen los foros por una nueva independencia (organizados por la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional) y que, en su versión nordeste, incluye un mosaico de mesas de debate, exposiciones, conciertos musicales, proyección de películas y muestras fotográficas. “El lema Pensar la Argentina entre dos bicentenarios me motiva porque una de las ideas básicas que tenemos en la Universidad es la de pensar. Y no pensar para algo, sino pensar en sí, porque es un producto en sí mismo”, dijo, casi como una introducción ontológica, Aldo Lineras, decano de la Facultad de Humanidades, durante el acto de apertura, que también incluyó a Edgardo Pérez (presidente del Instituto de las Culturas del Chaco), la rectora de la UNNE, Delfina Veiravé; Tom Lupo –hombre de Charata– en el rol de locutor, y el secretario del ente, Ricardo Forster.
Minuto cero de un encuentro que, dicho está, tentó a un mar de oídos con el fin de escuchar y procesar reflexiones, conceptos, ideas, conclusiones y estados de cuestión en eso de pensar en nacional, desde todas las aristas posibles. Por caso, la mesa inaugural que, bajo el tópico La discusión de un nombre: qué decimos o qué pensamos cuando hablamos de pensamiento nacional, hizo confluir al mismo Forster con el escritor Mempo Giardinelli y el sociólogo Eduardo Gruner. Y que generó un caudal de riqueza sin retorno. “La importancia de la inmigración en la Argentina es constitutiva”, introdujo Giardinelli, que centró su exposición en un abordaje histórico de cruces y vaivenes entre razas, orígenes y culturas en la conformación de la idiosincrasia argentina. El escritor desgranó, en retrospectiva, los diferentes estadíos jurídicos, sociales, culturales y económicos por los que pasaron las diferentes inmigraciones que conforman la sociedad argentina, y prendió mecha también.
Incisivo, algo intrépido, y usufructuando el carácter inclusivo y plural del encuentro, Giardinelli llevó a tablas, por caso, el estigma de antipatria en que ha recaído la figura de Domingo Faustino Sarmiento, a causa de sus dichos –y hechos, claro– sobre gauchos e indios, y el inevitable reparo de los historiadores revisionistas al respecto. “Se dice de él que dijo barbaridades y que jamás se le perdonarán expresiones bestiales sobre la sangre de indios y gauchos, y es verdad. Pero yo creo que a Sarmiento hay que repensarlo hoy, desde un pensamiento nacional inclusivo, que permita ver las cosas desde los ángulos más diversos. Me gustaría recordar que fue un hacedor impulsivo, que soñó a la Argentina como un país consolidado y homogéneo, diciendo, es cierto, barbaridades que el revisionismo condena con razón, pero fundando más escuelas que nadie, por ejemplo. No hay que pensarlo en blanco y negro”, sostuvo Mempo, justo el Día del Maestro, y polemista como el prócer desagraviado.
Forster, a su turno, recogió el guante. “No lo podemos excusar a Sarmiento. No podemos excusar a la lengua que construyó una máquina de muerte, pero sí podemos complejizarla, encontrar sus limitaciones históricas, y no cometer un anacronismo simplista”, completó el filósofo, quien reivindicó la importancia de los nombres y las palabras, y volcó tal posición al ente organizador, que depende del Ministerio de Cultura. “Esta secretaría nació con un nombre complejo, urticante, ambiguo, y yo digo que fue un feliz nacimiento para una secretaría que quiere poner todo en discusión. Acá no hay verdades últimas ni reveladas, sí hay una mirada de la sociedad, y hay convicciones. Hay un debate permanente, y un pensar nacional que hoy genera un malestar, una preocupación, una dimensión mítica que no se deja atrapar por la pura racionalización de la política, que es el discurso de los tecnócratas, el de la muerte de las ideologías”, sostuvo Forster.
Gruner, por su parte, aprovechó el mar de oídos para desplegar sus reflexiones sobre “lo nacional” en varios aspectos. “Se me ha pedido que en un breve tiempo defina yo qué es el pensamiento nacional, pero no voy a ser capaz de hacer eso”, a lo sumo voy a intentar una modestísima provocación: supongamos que, de puro juguetón, dijera que Borges es mucho más nacional que Cortázar”, sentenció, medio en chiste, y enfrentó, para justificarlo, cierto carácter “afrancesado” de Rayuela al criollismo de “El Aleph”. “Cuando digo Borges, Cortázar o cualquier otro, no estoy hablando de individuos empíricos, sino de nombres de autor que califican textos ¿no? Esto me sirve para denotar que eso que se llama pensamiento nacional no es sólo materia para la filosofía, sino también para las ficciones de la literatura, la poesía, el arte, etcétera.” El sociólogo, además, encaró un análisis profundo –en la medida de los minutos posibles– sobre la figura del intelectual de izquierda y su relación con el pensamiento nacional. Y encontró en el viejo León Trotsky una buena síntesis para campear la contradicción: “Fue él quien, durante su exilio en México, distinguió entre el nacionalismo ofensivo de los imperios, y el defensivo de las naciones neocoloniales y dependientes (...) no siempre los pensadores de izquierda fueron miopes respecto de lo nacional”.
La mesa final del jueves (que concluyó con la proyección del film A la deriva, del misionero Fernando Pacheco), juntó a la historiadora Patricia Funes, los politólogos Jorge Bernetti y Eduardo Rinesi, y el político radical Leopoldo Moreau, quien, guiado por el tema de la mesa (Tradiciones políticas desde las cuales se pensó y se piensa la Argentina y su lugar en el mundo), le puso un lindo moño a la jornada inicial: “2003 produce una ruptura con el pasado de exclusión, de destrucción del aparato económico y de alta concentración de la riqueza, una ruptura con el neoliberalismo... esto nos debe mover a la reflexión (...) en este sentido estos foros ayudan a enriquecer el proceso democrático, a enriquecer el sistema político generando estos espacios diversos”, sentenció el radical, hacia el final del día inaugural.