domingo, 17 de noviembre de 2013

Lecciones para la Cumbre sobre cambio climático

Las lecciones del tifón Haiyan para la Cumbre sobre Cambio Climático de la ONU




Democracy Now


El tifón Haiyan, una tormenta de dimensiones históricas, ha devastado a la población de Filipinas, mayoritariamente empobrecida. Miles de personas han muerto, cientos de miles permanecen aisladas, sin alimentos ni agua. En total, millones de personas han sido afectadas en todo el país. La lucha por la supervivencia compite con la urgencia por enterrar a los muertos, asistir a los heridos y el temor a sufrir los embates de las tormentas tropicales que pueden suceder al tifón. Al mismo tiempo, del otro lado del mundo, miles de negociadores, científicos, políticos y periodistas están reunidos en la Conferencia anual sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, que este año tiene lugar en Varsovia, Polonia. Los fuertes vientos que azotaron Filipinas esta semana exigen vientos de cambio en la respuesta mundial al calentamiento global.
Durante la sesión inaugural de la 19ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 19) que está teniendo lugar en Varsovia, un valiente negociador acaparó la atención de todos los presentes al exigir que se tomen medidas para combatir el cambio climático.
“Lo que mi país está atravesando como consecuencia de los eventos climáticos extremos es una locura. La crisis climática es una locura. Sr. Presidente, podemos detener esta locura aquí mismo, en Varsovia”, afirmó Naderev “Yeb” Saño, representante de Filipinas, el país recientemente devastado por el tifón, cuando la cumbre dio inicio. Este no fue su primer llamamiento a un organismo de la ONU. El año pasado, en ocasión de la cumbre sobre cambio climático realizada en Doha, Qatar, y poco después de que el tifón Bopha dejara un saldo de 1.100 muertos en Filipinas, Saño imploró a los negociadores reunidos allí, mientras intentaba contener el llanto: “El resultado de nuestro trabajo no debe tratarse de lo que quieren nuestros líderes políticos, sino de lo que exigen los 7.000 millones de habitantes del mundo. Les pido a todos: por favor, no más demoras, no más excusas. Por favor, hagan que Doha sea recordado como el lugar donde hallamos la voluntad política para cambiar las cosas”.
Pero Doha no cambió las cosas. Uno tras otro, los informes confirman lo que establece la ciencia: el catastrófico cambio climático se está acelerando. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), una asociación integrada por más de 1.800 científicos que lidera la investigación sobre el cambio climático a nivel mundial y que compartió el Premio Nobel de la Paz con el ex Vicepresidente estadounidense Al Gore en 2007, acaba de publicar su quinto informe de evaluación. El IPCC informa, cada vez con mayor certeza, que el clima está cambiando y que este fenómeno es provocado por la actividad humana.
Jeff Masters es meteorólogo y fundador del sitio web Weather Underground. A diferencia de la mayoría de meteorólogos de la televisión estadounidense, que no suelen vincular los eventos climáticos extremos con el cambio climático, Masters realiza esta conexión en forma habitual. Afirmó en el programa de noticias “Democracy Now!”: “La ocurrencia de este tipo de tormentas fuertes de categoría 5 ha aumentado. Y, cuando ocurren, una mayor proporción de ellas ocurre con una intensidad extremadamente alta”. Masters y el IPCC señalan que un evento climático aislado no puede atribuirse directamente al cambio climático, pero la frecuencia y la intensidad de las tormentas aumentarán.
Mientras que la ciencia es fría y debe someterse a revisión, la realidad en los lugares afectados por estos eventos climáticos es cruda y mortal. El tifón Haiyan (que en Filipinas se denomina Yolanda) es tan solo el ejemplo más reciente. El huracán Sandy azotó hace un año los estados de Nueva Jersey y Nueva York, y provocó la paralización de una de las ciudades más grandes del planeta.
Es demasiado prematuro calificar de fracaso a la cumbre sobre cambio climático de la ONU en Varsovia. Hay negociadores honestos reunidos en Polonia, además de activistas, tanto dentro del Estadio Nacional, donde tiene lugar la conferencia, como fuera, en las calles. Los activistas de Greenpeace están llamando la atención acerca de la fuerte dependencia de Polonia de las plantas de energía a carbón. Una de sus acciones consistió en proyectar el siguiente mensaje sobre las grandes chimeneas de humo: “el cambio climático comienza aquí”. Al mismo tiempo, otros 28 activistas de Greenpeace podrían ser condenados a siete años de prisión en Rusia por manifestarse contra la primera plataforma de exploración petrolera en el Ártico. Los dos periodistas que cubrieron la protesta afrontan los mismos cargos.
Muchos consideran que Varsovia es solo un paso previo de cara a la cumbre sobre cambio climático que tendrá lugar en París en 2015 y, por lo tanto, reconocen que no es posible adoptar medidas urgentes. Pero, ¿por qué? En la cumbre sobre clima de 2011 realizada en Durban, Sudáfrica, una representante de la delegación de jóvenes se dirigió al plenario de cierre y expresó su frustración con el lento avance de las negociaciones. Anjali Appadurai sostuvo: “Han estado negociando desde que nací. En todo este tiempo, no cumplieron con ninguno de los compromisos asumidos. La ciencia nos dice que tenemos un plazo máximo de cinco años para evitar el cambio climático irreversible. Ustedes dicen ‘dennos diez’. La mayor traición a la responsabilidad de su generación con respecto a la nuestra es que denominen a esta meta como “ambición”. La "ambición" ha sido descartada por considerarla radical, o políticamente imposible. Pensar a largo plazo no es algo radical. Lo que es radical es cambiar por completo el clima del planeta, comprometer el futuro de mi generación y condenar a millones de personas a morir a causa del cambio climático. Lo radical es descartar el hecho de que un cambio es posible”.
El principal negociador de Filipinas, Yeb Saño, seguirá luchando, tanto por su familia, gran parte de la cual fue afectada directamente por el tifón Haiyan, como por el proceso de negociación. Culminó su intervención en la sesión inaugural de la Cumbre de Varsovia con un anuncio: “Sr. Presidente, digo esto con total sinceridad, en solidaridad con mis compatriotas que están luchando para obtener alimentos en mi país, y con mi hermano que no ha tenido alimentos durante los últimos tres días. Iniciaré una huelga de hambre voluntaria por el clima. Esto significa que dejaré de comer voluntariamente durante esta Cumbre hasta que haya un resultado real en vista. Se le han dado muchos nombres a este proceso, se ha dicho que es una farsa, que es una reunión anual sin sentido que implica una gran huella de carbono para viajeros frecuentes. Muchas veces se la ha calificado de diferentes maneras, y eso duele. Sin embargo, podemos demostrar que se equivocan. Sr. Presidente, mi delegación lo apela en forma respetuosa a que lidere este proceso y permita que Polonia, Varsovia, sea recordada por siempre como el lugar donde realmente tuvimos la voluntad de poner fin a esta locura. Si este es nuestro imperativo aquí en Varsovia, puede confiar en mi delegación. Sr. Presidente. Creo que aún podemos lograrlo”.

Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Día de los muertos en México



Cuenta Lorenza Flores, una señora de 74 años, que en San Antonio Tecómitl, un pueblo semirural a las afueras de México DF, existe una historia que confirma que cada 2 de noviembre los muertos vienen a visitar a sus familias.

El cuento de Lorenza Flores dice: “Una vez una señora del pueblo le dijo a su esposo que le comprase unas velas para los papás de él. Pero el señor le dijo: ‘A mis papás no les compro nada, que ellos nunca vienen en los muertitos. Ponles solo unos ocotes”. La señora Flores explica que un ocote es un palo seco que se usa para prender la lumbre. Luego continúa la narración. “Entonces él se fue al monte a leñar. Y cuando ya se hizo tarde vio una fila de muertos pasar y los últimos de la fila eran sus papás, que llevaban los ocotes encendidos. Él los vio y se espantó, porque se dio cuenta de que ellos sí venían el Día de Muertos, y a partir de ahí todos los años le puso sus velas a sus difuntos”.

Mientras cuenta la historia, Lorenza Flores, sentada al atardecer con un manta sobre las rodillas, le va quitando pétalos a un ramo de flores de color amarillo y las va echando a puñados al borde de la tumba de su marido, Sergio Roldán, fallecido en 1994. Su hija y sus nietas se están ocupando de adornar el lecho de muerte del señor. Aquí, en Tecómitl, tienen la tradición de mojar la tierra de las tumbas de sus difuntos, hacer lodo con ella y formar esculturas que recuerden a ellos. La familia Roldán, sobre los restos de su patriarca (albañil y campesino), ha levantado un montón de barro con forma de féretro sobre el que han sentado, con la espalda apoyada en la cruz del muerto, un esqueleto vestido como vestía el señor Roldán cuando era niño: camisa y pantalón de tela blanca, huaraches (sandalias) y un sombrero redondo de paja. Además le han puesto una cerveza entre las manos.

-Le gustaba tomar -dice una hija.

-Le gustaba no, le encantaba -corrige la viuda con rigor histórico.

Poco después, le ponen al esqueleto un cigarro en la mano y se lo encienden. Ahí también interviene Lorenza Flores. Dice que si bien el hombre era bastante bebedor, lo que no se le puede achacar es que fumase muchos cigarros. Pero a los jóvenes de la familia les apetecía colocarle un Camel entre los dedos al esqueleto.

El rito escultórico de San Antonio Tecómitl es un espécimen extraño dentro de la miríada de celebraciones de difuntos que se hacen por todo México cada 2 de noviembre. En la capital es poco conocido, aunque está al lado de Mixquic, un pueblo muy famoso por su día de difuntos. De Tecómitl habla en su libro Ciudad de México desconocida el reportero Édgar Anaya-Rodríguez, un rastreador de bellas rarezas del DF que en su texto apunta que en este pueblo nadie sabe bien de dónde viene la tradición de esculpir el lodo de los muertos: “Hay quien le atribuye unos cien años de antigüedad e incluso algunos dicen que es costumbre virreinal”.

El camposanto se divide en tumbas de adultos, a la izquierda del pasillo central, y tumbas de niños a la derecha. En este lado trabajaba esta tarde Víctor Ayala sobre el lecho de su hijo Ángel Isaías, fallecido en 2007 a los cinco años. Este año el señor Ayala le ha construido un helicóptero de lodo al niño. Incluso le ha incorporado unas hélices a las que les ha puesto un motorcito que las hace rotar con ayuda de la energía que roba de un cable de la red eléctrica del cementerio. Víctor Ayala también sostiene que los difuntos regresan el Día de Muertos.

-En la casa, cada año se oyen ruidos cuando llegan los niños -dice Ayala.

-¿Pero por qué habla en plural, si usted no tiene más de un hijo fallecido?

-Ah, eso es porque los muertitos siempre vienen acompañados, nunca viene uno solo. Por eso yo oigo varios pasos.

No todos los familiares hacen virguerías como el helicóptero de Ayala o el esqueleto cervecero de los Roldán. Por lo general se limitan a acumular lodo sobre la tumba y a adornarla con flores, sobre todo cempasúchiles naranjas y amarillos, o a dibujarles figuras de animales -esta tarde, por ejemplo, en el lecho de un niño habían trazado un búho y en el de un señor una araña-, formas geométricas, como las grecas prehispánicas, o una catrina, la calavera tradicional mexicana .

Para las esculturas más elaboradas hay incluso un sencillo concurso en el que se premian las mejores tumbas con despensas como frijoles, arroz, café, azúcar, papel higiénico o latas de atún. Pero eso no es lo que impulsa a las familias que esculpen con las manos la tierra de sus difuntos, como aclaraba esta tarde Roberto Vanegas Jr., hijo de Roberto Vanegas, fallecido en los años ochenta, de oficio panadero, chofer y carpintero. Este año le han construido una panadería con su horno correspondiente. Alrededor del horno han colocado una cuadrilla de esqueletos de juguete que forman la plantilla laboral de la panadería. Unos meten un pan en el horno, otros elaboran la masa sobre la mesa -masa de pan real- y otros se toman un descanso y beben una cerveza en miniatura.

El ambiente en el camposanto de Tecómitl es festivo. En torno a las tumbas se reúnen las familias a charlar, a comer -esta tarde al lado de la tumba de un niño había un señor asando carne de res a la parrilla-, a beber y a rezar. En un grupo grande unos adultos que parecían entonados por el licor le pedían a una chica de la familia que danzase - “¡¡Báilale, báilale!!”-, por otro lado una mujer le pedía a una niña que no tocase las flores ajenas -“Son de los muertitos, no son tuyas”-, y en la zona de las tumbas infantiles una muchacha decía pensativa entre los túmulos de tierra: “Cuántos bebecitos...”.

Al anochecer, el panteón de Tecómitl se queda a oscuras, iluminado sólo por las hogueras de las familias y por las velas. En el aire, el olor del copal, una resina que se quema en las tumbas con la intención de purificar el alma de los que están al otro lado.

A última hora, en una de las tumbas del camposanto estaba reunida la familia de Eustolio Aguilar, fallecido en 2003 a los 73 años. A él le han decorado la tumba con flores y le han puesto una botella de tequila. Un señor de la familia precisa que lo bebía directo de la botella: “A puro Pedro Infante”, dice, aludiendo al mítico actor mexicano. También le han dejado un camión de juguete, porque Eustolio Aguilar tenía una empresa de trailers. Su familia dice que dejar los regalos ahí es seguro. No creen que nadie vaya al camposanto de Tlecómitl ha robarle a don Eustolio su licor y su camión. Una de sus hijas dice que la gente no le quita nada a los muertos porque teme que se cabreen y que luego, cuando el ladrón esté durmiendo en su cama, lleguen los difuntos "a agarrarles las patas". En México la muerte es respetada. A la muerte, no se le roba.

lunes, 14 de octubre de 2013

Racismo y exclusión

En Perú, el negro es un color invisible

La mitad de los peruanos afrodescendientes han sido insultados al menos una vez en la calle y cuatro de cada diez se han sentido discriminados

Fotograma de la campaña 'Orgullosamente afroperuano'
La mitad de los peruanos afrodescendientes han sido insultados al menos una vez en la calle, y cuatro de cada diez se han sentido discriminados en sus lugares de trabajo, o en tiendas y otros espacios públicos.
Las cifras son del Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos, quienes denuncian que a pesar de algunos avances, los afroperuanos continúan siendo invisibles tanto para el Estado como para la mayor parte de la sociedad.
De hecho, la imagen internacional del país está ligada principalmente a la herencia incaica, a Machu Picchu, y a la población indígena. Es una imagen que deja de lado la diversidad y la complejidad de la geografía humana del Perú y, muy especialmente, a los afrodescendientes.
Y si se habla de ellos es solo para mencionar algunas figuras que han destacado en la música o el deporte. Un hecho que, a juicio de muchos afroperuanos, no hace más que reforzar los estereotipos.
“Cuando yo digo que yo no bailo, yo no cocino, yo no toco ningún instrumento, me dicen: ‘¿cómo puedes ser negra? ¡Eres una negra bamba! (falsa)’”, explicaba recientemente una joven afroperuana del departamento de Lambayeque.

Racismo y exclusión

“A pesar de vivir en su mayoría en zonas urbanas, el 70% de los afroperuanos encuestados que había enfermado el año anterior, no había buscado atención médica, debido a la falta de acceso y la discriminación percibida. En el mismo grupo, el 27,7 % padecía problemas crónicos de salud”, comenta Germán Freire, especialista en Desarrollo Social del Banco Mundial.
La última vez que se incluyó una variable racial para conocer la cantidad de afrodescendientes en Perú fue en el Censo de 1940, y solo actualmente se vienen realizando esfuerzos por integrarlos realmente a las estadísticas nacionales. Se calcula que un tercio de la población de Latinoamérica -unos 150 millones- es afrodescendiente.
Esta discriminación no es solo una cuestión de racismo, sino que tiene consecuencias reales en la vida de muchas personas que quedan excluidas de la sociedad y sin acceso a sus derechos más fundamentales.
De hecho, la Defensoría del Pueblo, determinó que -comparados con el resto de la población- los afroperuanos están rezagados en áreas como la salud, educación y oportunidades de empleo.
Un ejemplo claro de esta realidad se vive en la ciudad de Piura (1.000 km al norte de Lima), donde el 26% de los niños afroperuanos no están matriculados en la escuela.
Pero Perú está tomando medidas para remediar esta situación. El Ministerio de Cultura y la Defensoría del Pueblo, realizarán en noviembre de 2013 la primera encuesta nacional dirigida específicamente a los hogares afro peruanos.
Se espera que esta encuesta permita encontrar información detallada que sirva de base para el Censo Nacional de 2017, en el que se incluirán preguntas relevantes para validar cuestiones étnicas y raciales en todo el país.
Hace poco, el Ministerio de Cultura de Perú y el Banco Mundial inauguraron la muestra fotográfica y audiovisual Afroperú, que incluye veinticinco retratos hechos por el fotógrafo Kike Arnal.

martes, 17 de septiembre de 2013

Conferencia de la investigadora mexicana Marcela Lagarde

El feminismo en la agenda política







Por Mariana Carabajal

“Si el Estado tuviera perspectiva de género, si fuera entonces más democrático, no habría tolerancia social a la violencia hacia las mujeres y por lo tanto al feminicidio”, advirtió la académica e investigadora mexicana Marcela Lagarde, figura destacada del feminismo en América latina, de visita en Buenos Aires. Lagarde dio una clase magistral sobre “Violencia feminicida y los derechos humanos de las mujeres” a destacados referentes de la Justicia local. La presidenta de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal y titular del movimiento Justicia Legítima, María Laura Garrigós de Rébori, fue la comentarista de la actividad. “Si el feminismo no se convierte en tema de agenda política, no vamos a llegar a una verdadera democracia”, consideró Garrigós, al tiempo que se preguntó “dónde están, en las plataformas de los candidatos (a legisladores de las próximas elecciones), estas preocupaciones” sobre la violencia machista y sus consecuencias en la vida y la muerte de mujeres.
La disertación de Lagarde fue organizada por el Observatorio de Género en la Justicia, que encabeza la filósofa feminista Diana Maffía, junto con el Centro de Formación Judicial del Poder Judicial porteño. El auditorio fue selecto: veinticinco personas, la mayoría mujeres, del ámbito de la Justicia, de la política y los medios de comunicación, con trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres.
Lagarde es etnóloga y doctora en antropología, autora de numerosos libros y artículos de gran influencia sobre estudios de género, desarrollo humano, democracia genérica, poder y autonomía de las mujeres, además de catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México y profesora invitada en diversas universidades latinoamericanas y españolas. Fue diputada entre 2003 y 2006 y se destacó durante su gestión por llevar adelante una investigación sobre los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, para los que acuñó el término “feminicidio”. Junto con otras legisladoras impulsó la sanción de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia, vigente en México desde 2007. Y más recientemente, desde la sociedad civil, promovió la incorporación de la figura del feminicidio en los códigos penales estaduales: hasta el momento, señaló, se ha tipificado como delito en 14 de las 32 entidades del país.
Entre el público se ubicaban el presidente del Tribunal Superior de la Justicia de la Ciudad, Luis Lozano; la jueza de ese tribunal Alicia Ruiz; Nelly Minyersky, experta en Derecho de Familia; Josefina Fernández, a cargo de la Oficina de Género del Ministerio Público de la Defensa; Virginia Simari, presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina, y Analía Monferrer, coordinadora de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema. También estuvieron las diputadas porteñas María José Lubertino y María Elena Naddeo.
Lagarde contó cómo se involucró en la investigación de los asesinatos en Ciudad Juárez, donde hay más de 450 mujeres asesinadas identificadas y se estima que son casi cinco mil las desaparecidas en una década y media. “En Juárez se hablaba de asesinatos seriales, cometidos por camioneros, o mafiosos. Había todo tipo de hipótesis, se decía que estaban vinculados con las maquilas. Inclusive se creó un estereotipo sobre las víctimas, jóvenes, obreras, de cabellos morenos, bonitas”, señaló. Sin embargo, la investigación determinó que los asesinos eran hombres comunes, la mayor parte conocidos de las víctimas, parientes, esposos, novios, ex esposos, padres, hermanos, vecinos, amistades familiares o compañeros de trabajo o escuela, o desconocidos. Algunas mujeres han sido víctimas de las mafias, pero son un porcentaje chiquitito. Esa investigación la extendió luego al resto de México, donde llegó a las mismas conclusiones. Pero a partir de analizar la tasa de homicidios de mujeres cada 100 mil habitantes, se descubrió que en realidad Juárez no era el único lugar donde mataban mujeres, ni tampoco el sitio donde había más crímenes de mujeres, a pesar de que esos homicidios llegaron a tener repercusión internacional. En 2004 –cuando se hizo el relevamiento–, todo el estado de Chihuahua –al que pertenece Juárez– ocupó el sexto lugar en el país en cuanto a la tasa de homicidios de niñas y mujeres. Otra constante que encontraron, tanto en Juárez como en el resto de México, fue la presencia de irregularidades en las actuaciones judiciales y policiales en la pesquisa de los crímenes de mujeres y, por tanto, una gran impunidad como problema del Estado.
Lagarde indicó además, que “en las regiones donde hay crímenes contra mujeres, hay otras formas de violencia machista que están presentes en la vida social, de forma constante, tolerada socialmente y por las autoridades, que crean un clima de impunidad”.
Lagarde definió el feminicidio como el genocidio contra mujeres que sucede, dijo, “cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados violentos contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de niñas y mujeres”. También consideró las muertes vinculadas con embarazos y abortos inseguros como “feminicidios”. En la Argentina, se adoptó el término “femicidio” para los asesinatos de mujeres por razón de género.
Lagarde sostiene que los feminicidios, que pueden ser perpetrados por conocidos o desconocidos de la víctima, tienen en común que las mujeres “son usables, prescindibles, maltratables y desechables. Y desde luego, todos coinciden en su infinita crueldad. Son, de hecho, crímenes de odio contra las mujeres”.
La antropóloga contó que en una oportunidad, un gobernador de un estado mexicano le anunció que su gobierno compraría helicópteros para patrullar las ciudades para proteger a las mujeres e instalarían cámaras de seguridad en las calles. Ella le respondió: “¿Cómo van a monitorear con helicópteros y cámaras las casas para cuidar a las mujeres de sus esposos, de sus hijos, de sus amantes, que son los feminicidas?”.
“Mientras no eliminemos la supremacía violenta de los hombres comunes y corrientes no podremos eliminar las violencias contra las mujeres y el feminicidio. Eso –añadió– implica cambios sociales, educativos y jurídicos muy importantes: hay que cambiar la mentalidad de jueces y juezas que todavía tienen pensamientos de hace un siglo. Si no cambian las instituciones, no podremos avanzar.”

domingo, 15 de septiembre de 2013

Entrevista a Rigoberta Menchu

"Un premio Nobel no puede estar a favor de una invasión"

La líder guatemalteca abrió ayer el Foro Internacional sobre los Derechos de las Mujeres. Habló de Obama, la paz amenazada en Siria y los desafíos de la agenda de género en su aguda visión.

La Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú encabezó ayer, junto a su par Adolfo Pérez Esquivel, la apertura del Foro Internacional sobre los Derechos de las Mujeres, que se desarrolla en la ciudad de Mar del Plata. 
En diálogo con Tiempo Argentino, la líder indígena guatemalteca habló sobre la posible invasión a Siria, la vulneración de los organismos internacionales de Derechos Humanos, la equidad de género, el juicio a José Efraín Ríos Montt y señaló: "Estuve muchísimos años en la ONU hablando de comas y puntos. Y al final salí frustrada. Porque ya hay muchas normas y convenios. Demasiados textos. Tenemos que ir a la acción." 
   
–¿Cómo promover la paz en un contexto de inminente invasión a Siria?
–Hemos sido contundentes contra Kissinger, Reagan, Bush padre e hijo. Pero también en contra de las instancias que se crearon para hacer la guerra, como la OTAN. Incluso la gran preocupación de América Latina es que algunos países están dispuestos a participar en las intervenciones de la OTAN. Sabemos qué pretenden los poderes. Seríamos cómplices si no reaccionáramos. Adolfo hizo una carta muy ilustrativa al presidente Obama, que firmamos varios premios Nobel. No estamos presionando a un jefe de Estado, o a los poderes militaristas o fascistas de Estados Unidos. Estamos hablándole a un colega para que use su doble rol. Recordarle que un premio Nobel no puede estar a favor de una invasión, ni mucho menos de una intervención. No se corresponde con nuestra conciencia universal de paz. Obama debe incidir en su rol de presidente. Porque él, además, proviene de la larga lucha del pueblo negro. Le hemos dicho: ‘Ojo, la decisión va a repercutir en la historia de pueblos que tienen que ver con usted.’ Es un llamado ético, poderoso, en un contexto en el que la humanidad está quieta, y no lucha contra el militarismo. Mientras exista este panorama, mientras la guerra siga siendo un negocio todos podremos ser víctimas. No sólo Siria, Irak o Haití.

–¿Qué opina del rol de los organismos internacionales?
–Esperamos que Obama deposite todo tipo de apoyo para que la ONU juegue un papel independiente, pleno, soberano y sin presiones. Porque cuando los países se entrometen y se disfrazan de Naciones Unidas, la ONU no cumple su papel. Hoy las instancias mundiales están vulneradas. Debemos rescatar a la ONU, exigir que sea mediadora, que cumpla con su propósito. El Consejo de Seguridad tiene que jugar una carta, aunque no confío en que pueda tener esa capacidad.
–Usted habló de una cultura de la paz, ¿qué implica?
–La paz es un tema de educación que le permite al ser humano valorar otras formas de resolver controversias. No se puede si no hay un código de respeto. En el exceso de materialismo, vale más un arma que la vida de una persona. Sólo se busca acaparar los bienes de una nación. Es una lástima que todas las instituciones que en algún momento pudieron haber evitado que la paz se convirtiera en sinónimo de guerra, no lo hayan hecho. Y estoy hablando incluso de las instituciones religiosas. Porque las religiones nacieron por un concepto de paz diferente. ¿Qué paz voy a reclamar como cristiano si lo que se ha permitido es la guerra? Ahí hay una doble moral.
–¿Cómo se vincula la paz con los derechos de las mujeres?
–Quienes tomaron las decisiones de ir a la guerra fueron los hombres. Afortunadamente, son pocos los casos en que las mujeres invadieron con tropas. Las mujeres nunca fueron colonizadoras, ni jefas de batalla. En los últimos años nos sentimos orgullosas de las mujeres guerrilleras que se alzaban y cargaban un arma en la montaña. Me refiero a la parte social, la rebelión contra las dictaduras. Pero las mujeres siempre han sido espectadoras y víctimas directas. Los delitos más espeluznantes, como el femicidio y feticidio, están vinculados a la crueldad contra las mujeres. Hoy tenemos que apostar por nuevos liderazgos y no veo paz si no hay equidad de género, equidad étnica y generacional.

–¿Cuáles son los desafíos más urgentes en la agenda de las mujeres?
–Para una agenda perfecta debemos poner en práctica este sistema de equidades. Porque de lo contrario se hace una lucha contra los hombres. Hoy debemos abrir un nuevo capítulo, uno más pragmático. Hay mujeres que parecían grandes progresistas, luchadoras incansables por sus derechos, pero vemos que son racistas, autoritarias. Creo que hay que hacer una lucha más integral. Hoy hay diversas demandas por la tierra, el salario justo, la participación política. Las mujeres ya no somos la mujer, ese prototipo que nos habían puesto. Por eso, tenemos que confluir en una agenda común. Si estamos en contra de la exclusión, debemos transformar a las instituciones públicas para hacer políticas con presupuestos y transparencia. Hay temas que son de la sociedad y tenemos que estar presentes en ellos.

–¿Cómo vivió la condena a José Efraín Ríos Montt y luego su anulación?  
–Durante 33 años de mi vida he pedido justicia en cualquier tribunal del mundo y he hablado de la verdad de las víctimas. Lo que más deseaba era ver a las víctimas delante de unos jueces, y a los victimarios sentados del otro lado. Cuando vi ese escenario, me di por satisfecha. Porque la verdad que defendí no es una verdad en la calle, sino de un tribunal. Parte del expediente de Ríos Montt está en la justicia de España. En 1999, presenté una demanda y he logrado que se acreditara la verdad del genocidio en todo el país. El juicio contra Ríos Montt es el comienzo. El final no lo veremos porque la justicia no está preparada para juzgar el genocidio, porque la impunidad prevalece. Pero la causa está en un tribunal y eso no se puede borrar. Esa sentencia quería verla antes de morir y así ocurrió. «


 

viernes, 16 de agosto de 2013

Violencia de género


Violencia de género

Qué impulsa a agredir a las mujeres

Según los especialistas, los abusadores actúan para anular la voluntad de sus víctimas


El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, celebrado el 25 de noviembre, no fue una fecha promisoria en el país. Cinco femicidios -cuádruple homicidio en La Plata y el más reciente en La Pampa- le dieron nueva letra al espanto de dormir y morir con el enemigo.
El psicólogo español Andrés Montero Gómez, presidente de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia, describió en un artículo publicado en el diario digital El Correo el modelo patológico de masculinidad. "El agresor de género es un dictador que impone su voluntad por medio de la violencia. Su objetivo es anular la personalidad de la mujer y conformar un nuevo ser, una nueva identidad, sometida y subordinada a sus deseos", afirma.
Según Montero Gómez, en la medida en que la mujer opina, siente, razona, se comporta, se expresa o se emociona desviándose del patrón de personalidad que el agresor considera debe ser el adecuado para "su mujer", el hombre utilizará la violencia.
Esa actitud antisocial es, por lo general, autoconcedida. "El hombre agresor entiende que desde hace décadas, de forma explícita y en la actualidad más tácitamente, ha sido, de algún modo, educado en la convicción de que tiene derecho a imponerse a «su» mujer", dice.
Un documento oficial de las Naciones Unidas establece que la forma más común de violencia experimentada por mujeres a nivel mundial es la violencia física infligida por una pareja íntima, incluidas mujeres golpeadas, obligadas a tener relaciones sexuales o abusadas de alguna otra manera".
Y el informe cuantifica: "Diversas encuestas mundiales sugieren que la mitad de todas las mujeres víctimas de un homicidio son asesinadas por su esposo o pareja actual o anterior. En Australia, Canadá, Israel, Sudáfrica y los Estados Unidos, entre el 40 y 70% de las mujeres asesinadas fueron víctimas de sus parejas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Colombia, cada seis días se reporta el homicidio de una mujer por su pareja o ex pareja".
Un estudio de la OMS en 11 países determinó que el porcentaje de mujeres que sufrieron violencia sexual de una pareja íntima varía entre el 6% en Japón y el 59% en Etiopía.
El mapa nacional de la violencia sexual tampoco es alentador. Según los datos que la asociación civil feminista La Casa del Encuentro elabora a partir de la información publicada en los medios del país, entre enero y octubre de este año se cometieron 237 femicidios y femicidios vinculados, es decir, "homicidios de personas con vínculo familiar o afectivo con la mujer víctima, que fueron asesinadas por el femicida para castigar y destruir psíquicamente a quien consideran de su propiedad". En 2010, la asociación contó "260 asesinatos de mujeres por violencia sexista".
Frente a la desgarradora pandemia global, el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, propuso el destierro de este comportamiento arraigado desde hace generaciones mediante la promoción de "modelos de masculinidad saludables".

ATENCIÓN INTEGRAL

Romper con una cultura de dominio masculino no es una tarea menor. Además, los fenómenos complejos no tienen soluciones sencillas y el abordaje es necesariamente múltiple.
Para enfrentar una de las aristas de la violencia sexual el Ministerio de Salud presentó esta semana un protocolo para la atención integral de personas víctimas de violaciones, que unifica criterios de atención integral en toda la geografía nacional, en donde son dispares las miradas, los abordajes y los recursos.
Además de definir el procedimiento médico, el instructivo define la importancia de centralizar el relato de la víctima, para evitar que en cada instancia de asistencia ésta tenga que reiterar un relato que la vuelve a conectar con la experiencia del ultraje y la pérdida de dignidad.
Tal como explica la licenciada Paula Ferro, coordinadora del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, la apuesta también integra a los servicios de salud mental para que el recorrido sanitario "sea personalizado y acompañado" y no un peregrinaje que sume vergüenza a una situación por sí misma humillante y con alto compromiso emocional.
En tres etapas
El equipo multidisciplinario La Casa del Encuentro propone un abordaje psicológico escalonado en tres etapas: "El primer momento es de fortalecimiento", explica su directora, Fabiana Tuñez.
"Las mujeres llegan devastadas, desvalorizadas, porque fueron sometidas psicológicamente y aisladas, para que creyeran que el hombre que las maltrataba era el único vínculo que tenían, por eso creían que no tenían salida. En una segunda fase proponen a las mujeres participar en grupos de autoayuda que las fortalezcan en sus potencialidades y finalmente la propuesta se dirige a rediseñar un nuevo esquema de vida libre de violencia." Y asume que para que el cambio se instale es necesario un compromiso social.
"Hemos avanzado mucho en el país, pero todavía hay un déficit en cuanto a un cambio cultural, que en el imaginario social no sólo sean los médicos sino los amigos, los vecinos, los familiares quienes se apropien del tema", propone Dolores Fenoy, coordinadora del Programa de atención telefónica 0800-222-3444, que atiende consultas vinculadas a salud sexual y VIH.
Afirma que constantemente reciben llamadas de mujeres angustiadas "que sufrieron una agresión sexual reciente o incluso vivida tiempo atrás y tal vez por primera vez se atreven a hablar del hecho que escondieron por vergüenza o por miedo a las consecuencias que podían sufrir ellas mismas o sus hijos".
La doctora Silvia Chester recalca que la agresión sexual puede tener consecuencias integrales en la vida de la víctima, especialmente cuando son experiencias silenciadas durante años, como ocurre con las violaciones crónicas en el ámbito de las parejas violentas.
"Si hay circulación social del tema, se facilita la consulta en servicios especializados que protegen a las víctimas", define. Para cortar el circuito de agresión y aislamiento, es imprescindible que de "eso" sí se hable..

domingo, 21 de julio de 2013

Ernesto Laclau, sobre el populismo

ENTREVISTA CON ERNESTO LACLAU SOBRE EL POPULISMO, EL INSTITUCIONALISMO, LA ARGENTINA Y AMERICA LATINA

“Es el mejor momento democrático en 150 años”

 

Considerado como una referencia teórica por muchos kirchneristas, Ernesto Laclau explicó a Página/12 por qué no conviene extremar los conflictos y tampoco diluirlos. Su simpatía por Venezuela, Bolivia y Ecuador. La influencia de su padre, de Jorge Abelardo Ramos y de Arturo Jauretche.

Por Martín Granovsky

Vive en el Reino Unido, donde despliega su vida académica desde los años ’60, pero viaja cada vez con mayor frecuencia a la Argentina. Esta vez presentará un nuevo número de la revista que dirige, Debates y combates, y el martes dará una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras. Nacido en Buenos Aires en 1935, Ernesto Laclau contó a este diario algunas claves de su formación y accedió a una entrevista donde dejó en claro sus antipatías, sus afinidades y sus indiferencias.
–Mi padre era radical yrigoyenista –relató Ernesto Laclau sobre Ernesto Laclau–. Fue el jefe civil de la sublevación radical frustrada contra (el presidente de facto) José Félix Uriburu en 1931 y tuvo que exiliarse en Uruguay. Volvió a ingresar al país para participar del levantamiento de (el ex edecán de Yrigoyen, Gregorio) Pomar en Corrientes, que también fracasó. Volvió a escapar. Los periódicos lo llamaban Doctor Polvorosa. Regresó al país en el ’32 cuando volvió el régimen constitucional. Estuvo muy cerca del forjismo y mantuvo una gran amistad con varias de sus figuras. Fue íntimo amigo hasta el final de su vida de Arturo Jauretche.
–¿Su padre se hizo peronista después, como otros dirigentes de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina?
–Nunca se hizo peronista. Pero mi padre tampoco era un gorila al que se le salieran los pelos por las orejas. Siguió manteniendo sus relaciones con muchos del forjismo que entraron al peronismo. Para mí eso resultó muy formativo.
–¿Qué fue lo formativo?
–Mi padre era un hombre de una gran cultura. Podía hablar sobre muchísimos temas y tenía una gran amplitud de espíritu para hablar con personas de orientaciones diferentes. Y eso en loa años formativos de uno es muy importante. Recuerdo haberlo acompañado a Jorge Abelardo Ramos a conversar con él y se llevaron muy bien. No había ya, evidentemente, afinidades ideológicas. Pero se dio una continua relación intelectual y de intercambio de ideas.
–¿La suya era una casa con mucha discusión política?
–Sí. Me acuerdo siempre de una historia. Cuando éramos adolescentes, un día durante un almuerzo mis hermanos y yo discutíamos con mi padre sobre todo lo humano y lo divino. Y se escucha la voz de mi madre: “En esta casa las ideas sobran. Lo que falta es plata”. Mi padre era abogado. Durante el gobierno de Arturo Illia fue embajador en Dinamarca. Militante en el radicalismo toda su vida.
–Usted no se hizo radical.
–No. Entré en 1958 al Partido Socialista Argentino, que a comienzos de los ’60 empezó a dividirse en varias fracciones. Entonces quedé en el Partido Socialista Argentino de Vanguardia y estuve allí durante el poco tiempo que duró unido. Me fui por desacuerdos políticos a fines del ’62 y formamos en la Facultad de Filosofía y Letras el Frente de Acción Universitaria. A fines del ’63 hubo una confluencia de nuestro movimiento con el Partido Socialista de la Izquierda Nacional que había fundado Jorge Abelardo Ramos. Entré al PSIN, que consiguió una especie de cooptación. También entró conmigo Ana Lía Payró, que como yo pasó a formar parte de la mesa nacional del PSIN. Durante varios años fui director de Lucha Obrera, el semanario del partido. En el ’68 varios nos separamos no tanto por la ideología sino por la forma en que el partido operaba. Sobre eso yo tenía crecientes desacuerdos.
–¿A qué se debían los desacuerdos?
–El partido era sumamente leninista en sus formas de organización. Recuerdo haber tenido una conversación con Ramos cuando me estaba yendo. Le dije: “Abelardo, el partido está dentro en un clima histórico en que se está dando una centralidad creciente de lo nacional popular. Es un proceso imparable. Lo que no está claro es quién va a ocupar el lugar central en ese proceso. Lo peor que le puede ocurrir al país es que esa centralidad sea ocupada por la guerrilla, porque eso va a llevar a un baño de sangre”. Claro, nunca pensé que iba a ocurrir a tal punto lo que ocurrió después. También le dije a Ramos que había que descargar al partido de determinantes ideológicos no esenciales, porque si no íbamos a terminar siendo una especie de secta separada de las orientaciones generales que llevan a la gente a tomar decisiones simples, más simples que las elaboradas después de discusiones sobre lo que ocurrió en cada etapa de la Revolución Rusa.
–¿Qué le contestó Ramos?
–Lo recuerdo: “Somos la vanguardia del proletariado argentino y tenemos que educar a la clase obrera con la mano peluda del marxismo-leninismo”. Nos fuimos del partido convencidos de que lo nacional popular era y sería absolutamente central. Por eso mi afinidad con Arturo Jauretche, más allá de que fuese amigo de mi padre. Lo frecuenté todo el resto de su vida.
–Se murió en 1974 y a su velatorio fueron muy pocos. ¿Por qué?
–Jauretche murió en el ’74. Yo ya estaba en Inglaterra.
–¿Qué motivó que fuera a Inglaterra?
–Algo completamente casual. En el ’66 yo había sido nombrado profesor universitario en la Universidad de Tucumán. Pero a los seis meses vino el golpe de Juan Carlos Onganía. Expulsó de la universidad a cerca de mil profesores. Después de seis meses perdí mi cargo y me fui a trabajar al Instituto Di Tella en una investigación cuyo asesor externo era Eric Hobsbawn. Le gustó mucho mi trabajo.
–¿Sobre qué tema?
–Aproximaciones históricas a la cuestión de la marginalidad social. Me preguntó si quería que él me consiguiera una beca de Oxford. Le dije que sí porque no tenía ninguna perspectiva en la Argentina. Así fue que viajé, sin haber pensado jamás en hacerlo con anterioridad. En el ’73 estuve casi por volver pero acababa de ganar mi cargo de profesor universitario en Essex y pensé que iba a quedar muy mal si a los dos meses de haber sido nombrado volvía a la Argentina. Decidí dejar pasar un par de años. Claro, en ese tiempo vino el golpe. Ya había hecho mi vida allá. Después del ’83 empecé a venir con mayor frecuencia a la Argentina.
–¿Y cómo resultó Inglaterra para una persona definida como nacional popular? ¿Le hacía algún ruido?
–No. Había una gran proporción de estudiantes latinoamericanos y había una gran receptividad para lo que yo planteaba. Me veían como un intelectual latinoamericano.
–Dejó de ser un militante, por lo menos en el sentido tradicional.
–Después de que me fui del PSIN, la cuestión de la militancia... Mire, yo participaba dando entrevistas y con una serie de actividades periodísticas y eso lo seguí haciendo en Inglaterra. Estaba a favor del espíritu de los años ’70 pero muy en contra del militarismo. Esa sigue siendo mi posición actual. De alguna manera una posibilidad histórica se perdió a través del giro militarista. Participé en muchos foros. En los años del horror no desarrollé ninguna militancia específica pero sí participé en actividades respecto de los derechos humanos en los años duros. Después de eso, cuando se abrió la posibilidad de una acción política, empecé a desarrollar mis ideas de una manera más sistemática. A partir del 2003 se abrió una nueva realidad, con la asunción de Néstor Kirchner, y aquí estoy. No me siento a mí mismo como argentino sino como latinoamericano. Las ideas que aprendí en la izquierda nacional las sigo sosteniendo. La latinoamericanidad de nuestro proyecto es una de las fuentes de nuestra identidad política.

–Hay visiones distintas sobre los procesos políticos de los últimos años en la región. Unos análisis hacen hincapié en las diferencias entre, por ejemplo, Venezuela, Ecuador y Bolivia por un lado y Brasil, Uruguay y la Argentina, por otro, y otros análisis prefieren hablar de distintos caminos nacionales dentro de un mismo proceso general.
–Yo a la Argentina la pondría más en el eje de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Pero creo que el clivaje que se da en América latina tiene sus raíces históricas. Hay que ver cuál fue la experiencia de la democracia en el continente. A diferencia de Europa, la región nunca experimentó el parlamentarismo como movimiento progresivo. Allá los parlamentos representaron la defensa del Tercer Estado frente al absolutismo real. En América latina, en la segunda mitad del siglo XIX, se trató de la consolidación de las oligarquías locales, y el Ejecutivo fue muchas veces la fuente de los cambios. Pasó en Chile. A comienzos de la década de 1890 el Parlamento chileno se opuso a los proyectos nacionalistas del presidente (José Manuel) Balmaceda.
–Quería terminar con el monopolio extranjero sobre el salitre.
–Sí. Por eso digo que en América latina se da una especie de divisoria en la experiencia democrática de las masas. Por un lado la democracia liberal y por otro la democracia nacional popular. La segunda se encarnó en regímenes como el varguismo en Brasil, como el primer aprismo, como el peronismo, como el primer ibañismo en Chile, como el Movimiento Nacionalista Revolucionario en Bolivia. Esa división entre la democracia liberal y la democracia nacional popular está siendo superada al presente. Si bien los regímenes latinoamericanos son parte de esa matriz histórica, hoy ya no entran en colisión con las formas del Estado liberal democrático sino que las integran: elecciones, división de poderes, etcétera. O sea que estamos quizás en el mejor momento democrático de los últimos 150 años. La evaluación de un régimen hay que hacerla desde el punto de vista del significado global de un movimiento y del cauce histórico que un movimiento organiza. Así es en toda América latina.
–¿No menciona poco a Brasil en su descripción regional?
–Brasil es un componente esencial de todo este proceso. Pero allí el movimiento jacobino de lo nacional popular tuvo que ser paliado por una serie de otras consideraciones. Nunca tuvo un populismo histórico de las características del peronismo. Brasil era un país enormemente regionalizado y Getúlio Vargas tuvo que ser el articulador de movimientos regionales sumamente diversos. Juan Perón, en cambio, fue el representante de un movimiento cuya base política y social estaba unificada. A través de interpelar al triángulo industrial de Buenos Aires, Córdoba y Rosario Perón apelaba a un movimiento homogéneo. En Brasil no se dio. El único que se lanzó a tener un tipo de discurso cuasi peronista fue Joao Goulart, y así le fue. Ese tipo de discontinuidad se ha dado en Brasil hasta el presente. Un fenómeno como el de Lula muestra ese tipo de ambigüedad.
–¿De verdad le parece ambiguo el fenómeno de Lula?
–De todos modos, debo decirle que en los momentos decisivos tomó una posición definitivamente cercana a lo nacional popular. Por ejemplo en Mar del Plata en el 2005 se opuso a la propuesta de formar el Area de Libre Comercio de las Américas. Gracias a la oposición de Brasil es que el ALCA no funcionó. El punto es que Lula debió establecer compromisos con fuerzas sociales, expresadas a través de formas políticas, en un marco más difícil, por ejemplo, que el afrontado por Rafael Correa. Si hubiera que hacer una caracterización gruesa diría que Brasil se ubica en el eje nacional popular. Chile, en cambio, vivió una transición mediante el pacto con las fuerzas del pasado. Solo ahora, a través del movimiento estudiantil y una protesta más fuerte, hay un realineamiento hacia la izquierda. En Uruguay todo está en la balanza. Teníamos antes a Tabaré Vázquez. Después del ALCA se fue a los Estados Unidos a tratar de establecer un acuerdo comercial, que no consiguió. Era incompatible con las reglas del Mercosur. Encontró oposición interna de su partido en la persona de Reinaldo Gargano, el canciller que era un dirigente histórico del Partido Socialista en la tradición de Vivian Trías. Con Pepe Mujica las cosas han mejorado, pero igual Uruguay sigue siendo un país que está un poco en la balanza.

–¿Qué tipo de intelectual es usted?
–Un intelectual tradicional sería incompatible con el tipo de posición política que siempre mantuve. No defiendo cosas en las que no creo. Y como un intelectual orgánico participo en el quehacer público. Por ejemplo, al dar una entrevista y opinar sobre lo que pasa. Yo pongo juntos el quehacer intelectual y la actividad política. Antonio Gramsci decía que un intelectual orgánico tiene la práctica de la articulación. Un periodista y un organizador sindical podían serlo. Finalmente, el intelectual orgánico y el militante son una misma cosa para Gramsci.
–Y, como intelectual orgánico tal cual se define, ¿cuáles son en su opinión los principales desafíos regionales de aquí en adelante?
–En temas más globales el desafío fundamental para América latina en los próximos años es cómo conectar dos ideas que en principio son difíciles de combinar: el principio de la autonomía y el principio de la hegemonía. No hay expansión de un sistema democrático sin un sistema de proliferación de cadenas que amplían las demandas. Eso es lo que implica la autonomía. Pero, al mismo tiempo, si esas formas autónomas de la voluntad de las masas no son unificadas en torno de ciertos significantes centrales, no habrá acción a largo plazo. Una de las cosas que me preocupa de los movimientos libertarios en Europa es que ellos enfatizan casi exclusivamente el momento de la autonomía. Pero sin voluntad de construir un Estado alternativo, las voluntades tenderán a diluirse. Y del otro lado, insistir exclusivamente en el momento de la hegemonía negando el momento de la autonomía es pecar de un hiperpoliticismo que niega a los movimientos sociales en su autonomía. Ese es el dilema: cómo unificar la dimensión horizontal y la dimensión vertical. Me parece que no lo están haciendo mal el chavismo en Venezuela, la revolución ciudadana en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y hasta cierto punto el kirchnerismo en la Argentina.
–¿Por qué dice “hasta cierto punto”?
–En la Argentina todavía no se logró una confluencia completa entre el momento autónomo de la voluntad de los sectores populares y el momento de la construcción del Estado. Está en proceso. Faltaría todavía la confluencia de las dos dimensiones. Desde el 2001 se dio una enorme expansión horizontal de la protesta social: las fábricas recuperadas, los piqueteros, etcétera... Por otro lado, el kirchnerismo intenta construir un Estado popular. La confluencia en cualquier régimen es difícil. En el caso argentino se dieron avances decisivos aunque no se plasmó en fórmulas.
–¿Qué retardaría esa confluencia?
–Lo que puede retardarlas es una tendencia de los movimientos sociales a afirmarse como completamente independientes del Estado, tal cual ocurre con los indignados en España. Y lo que puede retardar la confluencia a nivel del momento hegemónico sería una tendencia centralizante que ignore la autonomía. En Grecia hay una confluencia de las dos dimensiones. Jean-Luc Mélenchon trata de hacerlo en Francia.
–¿Cómo juegan los conflictos en esa confluencia que usted preconiza?
–Por un lado está el institucionalismo. La idea de que toda demanda puede ser vehiculizada a través de los aparatos del Estado. Por otro el populismo: la ruptura frente al poder. Las dos tendencias consideradas a fondo y en términos absolutos son incompatibles. Hay que encontrar un intermedio. El conflicto no debe ser erradicado con la concepción de que toda demanda puede ser absorbida por el sistema, como lo pensaba (el primer ministro británico entre 1874 y 1880) Benjamin Disraeli con la idea de One nation, una nación. El proyecto del populismo sería que las demandas se aglutinen alrededor de un punto ruptural y que entonces exista un conflicto que no pueda ser obturado por nada. El institucionalismo puro lleva a la ausencia de política, porque busca que toda demanda pueda ser mediada administrativamente. El populismo puro también lleva a la ruptura de la política, porque no habría ninguna mediación. La idea gramsciana es la construcción de una mediación política. En eso estamos. Jorge Abelardo Ramos decía que la sociedad nunca está polarizada entre el manicomio y el cementerio. El jacobinismo extremo fue una forma de manicomio de lo político. El pueblo era definido de una forma cada vez más aberrante y no había ninguna posibilidad de construcción política institucional. El institucionalismo es la sustitución de la política por la administración. Julio Argentino Roca pedía paz y administración. En la bandera brasileña esa verdadera iglesia de Brasil que fue el positivismo de Augusto Comte puso “Ordem e progreso”. Si la realidad avanza solo por lo institucional, se consolidará el poder corporativo. Si solo avanza el populismo, no habrá un marco institucional para lo social.
–¿Cuál sería hoy la situación de la Argentina al respecto?
–No estamos mal. Existen fuerzas autónomas y existe un Estado que tiene capacidad de respuesta frente a las pulsiones sociales.

NOAM CHOMSKY


Entrevista con Noam Chomsky
Juan Pablo Neyret


   


 El viernes 21 de noviembre de 2003, entre las 14 y las 15, hora del Este estadounidense, en su oficina del Massachusetts Institute of Technology, mantuve una extensa entrevista con Noam Chomsky, el hombre que dio vuelta la ciencia lingüística en el siglo veinte y a la vez uno de los más lúcidos pensadores del mundo desde su posición anarquista. Distintos avatares (problemas técnicos con el microcassette utilizado para la conversación, la dificultad diríase genética de Chomsky para ser desgrabado) demoraron la publicación de esta charla exclusiva. La ardua tarea de desgrabación le cupo, finalmente, a la profesora Rosanna Andrea Álvarez, secretaria del Laboratorio de Idiomas de la Universidad Nacional de Mar del Plata, en tanto la traducción, para bien y para mal, me pertenece. Como los buenos vinos añejos, la conversación se fue decantando y, sin haber perdido un ápice de su actualidad, se resignifica con su publicación en Espéculo a sólo un día de las elecciones presidenciales de 2004 en los Estados Unidos.
-Desde el siglo diecinueve, durante todo el siglo veinte y en estos años del veintiuno, nos han guiado en el anarquismo teóricos como Proudhon, Bakunín o Kropotkin. ¿Qué sentiría si dentro de cincuenta o cien años, o ahora mismo, Noam Chomsky fuera considerado otro de esos pensadores?
-No me veo así. No soy un pensador anarquista original.
-¿Por qué?
-Porque no hice grandes contribuciones intelectuales al desarrollo del pensamiento o el activismo anarquistas. Me interesa cómo pueden ser aplicadas esas ideas en el mundo moderno, pero creo que no he escrito nada sobre ello. Sin embargo, hay preguntas que se plantean acerca de las raíces de las concepciones anarquistas de las relaciones humanas y las organizaciones sociales más que sobre la naturaleza biológica de los seres humanos. De hecho, Kropotkin especuló sobre ambas cosas, y entonces podemos decir algunas cosas más sobre ello. Pero, para ser franco, no creo que haya mucho pensamiento teórico incluido en ninguna teoría social, incluyendo ésta. Hay ideas, discernimientos y acciones importantes asociadas con estas teorías, pero el resto de la vida es experimental. Por ejemplo, cómo puede cada uno tratar de identificar y desafiar las instituciones totalitarias, y los trabajos al respecto son distintos en cada circunstancia, en lo que va de una familia a una sociedad internacional. Son las mismas ideas y conceptos que nos guían, y no creo que tengan una especial profundidad. Me parece que todos los celebran a la vez que los exploran. Pero no veo que haya una contribución importante al pensamiento.
-Usted habla de una tendencia biológica. ¿Qué diferencia hay, por ejemplo, con la concepción de Rousseau acerca de la bondad natural del ser humano? Me parece que usted está comprometido con un punto de vista más biologista.
-Hubo especulaciones en el siglo dieciocho por parte de Rousseau en el Segundo Discurso y sobre la ecología, por ejemplo, que manifiestan esperanzas libertarias. Pero no son conclusiones, son esperanzas, y no podemos decir que la biología contemporánea le haya aportado especialmente una base a esto, y que exista un marco que lo contemple como un factor en la evolución. La psicología evolutiva moderna sí da algunas pequeñas pautas de cómo eso puede funcionar, he encontrado algunas de esas cosas en otros organismos y eso podría dar algunas esperanzas de comprender la totalidad. Hay trabajos interesantes en biología comparativa y psicología cognitiva humana, que están tratando de explorar la naturaleza de la moral humana, dónde estarían basados los juicios morales y los principios, y existen algunas conclusiones muy sorprendentes, cosas que se verifican principalmente en los niños y que parecen ser verdaderas en distintas culturas, por lo que podría existir algo relativo a una naturaleza común. Pero es difícil de interpretar. Es un tema muy difícil, pero tienen que existir principios como ésos. Más temprano o más tarde se comprenderán cuáles son los principios que le son inherentes a la naturaleza humana y determinan las interacciones sociales y sus estructuras. Es una larga lucha. En principio, es parte de la ciencia experimental, por lo que espero que exista algún progreso en ello, en algunas áreas, a través de la investigación universitaria, donde se han hecho progresos importantes. El lenguaje es uno de los temas, pero no es una de las áreas que represente una prioridad en los asuntos humanos. Son áreas mucho más difíciles de estudiar, y hay que tener en cuenta que aun en un simple organismo como un insecto hay ciertos puntos que tienen que ser estudiados científicamente. No se pueden formular teorías serias que predigan el comportamiento de un insecto, por ejemplo, es algo casi imposible. Se pueden discutir algunos límites, pero no las elecciones.
-Estoy pensando en la Argentina, cuando en 2001 se dio esa situación terrible de tener cinco presidentes en dos semanas, y la gente comenzó a autogestionarse en las plazas, en asambleas barriales. Entonces, pensé si en la Argentina o en Latinoamérica podía darse algún tipo de organización social anarquista. ¿Qué piensa a dos años de eso? ¿Habrá sido una ilusión? ¿Es una posibilidad real?
-Desde mi punto de vista, es una tendencia permanente en los asuntos humanos que se continúa de nuevas maneras. Cuando tiene éxito, permite derribar ciertas barreras más allá de las cuales no se podía ir, y entonces se reproduce en algún otro lugar. Casi todo lo que podemos apreciar en cuanto al progreso humano está impulsado por esta suerte de tendencia, sean los derechos de la mujer o el trabajo en una cooperativa. Por ejemplo, cuando estuve en la Argentina hace un par de años, un amigo me llevó a uno de esos asentamientos de casillas, villas [lo dice en castellano], en las afueras de Buenos Aires. Un grupo de mujeres muy pobres, mayormente mujeres, estaban organizándose en comunidad para ver si podían sacar a los chicos de las banditas de drogas. Tenían una escuelita, un cura y una iglesia. Ésa es una acción anarquista: nadie les dijo qué hacer, se estaban organizando a través de su propia interacción con algunos logros interesantes en condiciones miserables. Ésas son las maneras en las que el ser humano, por naturaleza, se enfrenta a las estructuras de coerción y dominación con el fin de crear un pequeño espacio de libertad, libre albedrío, justicia y progreso. Y se puede lograrlo. Hasta dónde se llegue, depende de todo tipo de condiciones, aun el éxito o incluso el fracaso. Porque el fracaso enseña cómo actuar la próxima vez, y ayuda a seguir adelante.
-¿Y cómo influyen las diferencias geopolíticas, por ejemplo, si tomamos como parámetro esta autogestión que vivió la Argentina para aplicarla a otras regiones? Es difícil imaginársela en un Primer Mundo globalizado, posmoderno, el Norte o como se lo quiera llamar. ¿Hay una auténtica diferencia en el desarrollo de tales estrategias entre el Norte y el Sur?
-Ciertamente, los países ricos y los países menos desarrollados tienen muchas diferencias en muchas dimensiones. Por ejemplo, justamente ayer, yo estaba hablando en una entrevista sobre la democracia en América [Estados Unidos]. Y sugerí que para avanzar en nuestra democracia deberíamos aprender las lecciones de países del Tercer Mundo, que tienen una cultura democrática anterior a la nuestra y han superado obstáculos que aquí vemos tan lejos de nuestro alcance que ni siquiera hablamos de ellos. Así, por ejemplo, aquí hay una gran preocupación acerca de los activistas, de si pueden llegar a involucrarse en el sistema político de modo tal que superen la concentración de capitales, la concentración de medios, el hecho de que los partidos políticos son sólo partidos de negocios que reflejan enormes concentraciones de capital y disponen de sus propios medios de difusión. Si es concebible. Ahora sabemos que es concebible. Un ejemplo es lo que ocurrió en Brasil bajo condiciones mucho más arduas, donde los trabajadores no tienen la oportunidad de ser estudiantes universitarios en el MIT, y la concentración del capital es peor que aquí, y también es peor la concentración de los medios, y es peor la represión del Estado. Pero, no obstante, luego de décadas de abocada organización, parte de sus movimientos se desarrollaron al punto de romper con los sistemas locales y elegir al candidato del pueblo, algo que aquí es inimaginable. Por supuesto, lo que pueden hacer está altamente coaccionado. Aquí es donde entra la llamada globalización. Me refiero a los últimos veinte, treinta años en que muy sistemáticamente las estructuras económicas internacionales fueron construidas en función de que la democracia no pueda funcionar. Quiero decir que hay una voluntad popular que se expresa en, a través del sistema político, y las consecuencias fueron muy pesadamente coercionadas por mecanismos que impiden el funcionamiento democrático. Esos mecanismos no podrían aplicarse si aquí existiera una cultura democrática suficientemente enraizada en las organizaciones populares como para alcanzar lo que se alcanzó en Brasil, aun si eso sofocara las instituciones internacionales, porque están aquí. Las naciones ricas pueden aprender esas lecciones desde que los mayores logros están ocurriendo en otras partes. Por eso, después de todo, el Foro Social Mundial se reúne en Porto alegre y en Bombay, y no en New York ni en Londres. Eso es porque los logros y los acontecimientos están mucho más allá que en el Sur, metafóricamente. Hay muchísimo por construir allí, partiendo sencillamente del coraje de enfrentarse a la represión. Pero en el Norte, en los Estados Unidos, uno ve que la gente realmente siente que es reprimida por el Estado como un acto patriótico, es tan duro que ¿qué podemos hacer? Es un chiste. Como un acto patriótico puede ser desagradable, pero comparado con aquello con lo que gente como nosotros se enfrenta en todo el mundo, es una trivialidad. Y eso no evita que la gente de Colombia, Turquía, Brasil o cualquier otra parte con un grado, lejos, mucho peor de represión se rebele y tome las armas. ¿De qué estamos hablando? Sí, seguro que tenemos que librarnos de esto, que está mal, que tenemos que pararlo, pero con nuestro poder es más fácil hacerlo a través de la represión. Ya que siempre nos comparamos con lo que la gente se enfrenta en todo el mundo, deberíamos observar sus logros con admiración y humildad. Tenemos muchísimo que aprender de ellos.
-¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia? Porque la democracia significa poder, y el pensamiento libertario se propone abolir toda forma de poder en pos de una autogestión sin ningún liderazgo. ¿Cómo conciliar democracia y pensamiento libertario?
-Una democracia, si realmente funciona, significa poder popular, estructuras libertarias, comités de trabajadores y fábricas organizados comunitariamente, por ejemplo, en un pueblo. Es algo a la vez libertario y democrático, no veo la contradicción. Una democracia significa poder si está basada en una distribución altamente asimétrica de los recursos. Eso sí significaría poder, pero no sería democracia, porque la democracia no funciona bajo esas condiciones. Ahora nos lleva cuatro años cada vez que queremos cambiar a nuestros representantes, pero eso es democracia formal, no es democracia real. De hecho, incluso hay un nombre para eso en la jerga de las ciencias políticas: se la llama poliarquía, un sistema donde son los gobernantes únicamente los que toman las decisiones. Así funcionan las sociedades industriales avanzadas, pero no creo que debamos considerar democracia a eso. El principal filósofo social de los Estados Unidos en el siglo veinte, John Dewey, quien estaba muy adelantado a su tiempo y era una figura sobresaliente, tenía como preocupación principal en sus escritos a la democracia, y era muy sincero y abierto al respecto: no puede existir democracia a menos que la industria, el comercio, los medios, etcétera, cambien radicalmente de modo que, en lugar de responder a estructuras feudales de poder centralizado, se hallen bajo el control democrático. El feudalismo industrial debe ser reemplazado por la democracia industrial, con asambleas, con un funcionamiento democrático que surja de las bases y de allí pase a las asociaciones de nivel más alto.
-Hablando de democracia y de los estudios sobre ella, la dominante actual son los estudios culturales. Esto es, estudios de género, estudios de la diferencia o poscolonialismo. ¿No es peligroso que esos mismos estudios acerca de temáticas consideradas periféricas sean regidos desde el mismo centro? Algo así como lo que decía George Orwell: “somos todos iguales pero algunos somos más iguales que otros”. ¿Estas nuevas corrientes de pensamiento realmente reconocen la diferencia o sólo la usan para reforzar el centro?
-Bien. En cualquier estructura social hay una distribución inequitativa del poder. Algunos tienen más poder que otros, entendiendo el poder como la capacidad de actuar de manera de poner límites a lo que los otros pueden hacer. El poder nunca está distribuido equitativamente en la sociedad real y, si esa distribución del poder está altamente sesgada, por supuesto que habrá gente que utilice la retórica de la libertad, la justicia y la democracia para imponer opresión y dominación. A partir de la teoría poscolonial, comprendemos que todas las organizaciones sociales y aun los peores tiranos hablan de libertad, democracia y justicia, y eso fue cierto con Stalin, con Hitler, con los fascistas japoneses, Mussolini y Saddam Hussein. Todos, llenos de la más elevada retórica. Tal vez no creen en eso, pero lo que nos interesa ver es cómo resulta eso en la práctica, cuáles son las relaciones reales entre quienes tienen opciones y quienes les ponen límites, cuáles estructuras institucionales refuerzan esas relaciones de dominación. Y si uno está comprometido con cualquier tipo de ideal libertario, quiere desafiar y destruir las estructuras de dominación, no aceptarlas por el hecho de que utilicen la retórica de la libertad y la justicia. Porque todos lo hacen.
-Los 11 de septiembre, antes de las Torres Gemelas, yo siempre me despertaba pensando en el golpe de Estado en Chile.
-El otro 11 de Septiembre.
-Muchos dicen que aquel 11 de Septiembre es igual al que sucedió aquí, en los Estados Unidos. ¿No es un acto de colonización? Porque yo me sigo despertando ese día y pienso en Pinochet y en la muerte de Allende en lugar de las Torres Gemelas.
-No creo que sea colonización. Pero creo que en el Norte es extremadamente importante hacer que la gente tome conciencia del otro 11 de Septiembre. En rigor, aquí, en el MIT, tuvimos una iniciativa en septiembre y octubre pasados. Hubo un mes largo de una serie de encuentros, documentales, presentaciones y acciones dedicadas al otro 11 de Septiembre para hacer que la gente de los Estados Unidos entendiera que lo que ocurrió el 11 de Septiembre de 2001 fue una atrocidad pero que no fue la primera, y que hay otras iguales o peores si se mira el 11 de Septiembre de 1973. Sabemos lo que ocurrió entonces, y los más conservadores estiman que tres mil personas fueron asesinadas, lo que hace pensar que la cifra fue mucho mayor. Pero tomemos las estimaciones más conservadoras. Bien: tres mil personas en Chile equivalen, por densidad poblacional, a que en nuestro 11 de Septiembre hubieran muerto sesenta mil, y eso habría sido considerado una atrocidad mucho peor. ¿Y nuestras atrocidades? Sabemos perfectamente que no se esconden, y que los Estados Unidos juegan el rol principal como causantes de estas atrocidades. La gente que ocupa los despachos de Washington es mayormente la misma que en la administración Reagan. Son los mismos que en los ochentas fueron responsables por el asesinato de cientos de miles de personas en Centroamérica. Sólo en Nicaragua la gente que mató la guerra terrorista que impulsó Estados Unidos, en proporción a la población, es un número mayor que todos los estadounidenses muertos en todas las guerras de la historia. Y ésa fue una guerra terrorista lanzada por la gente que actualmente está a cargo de Washington. ¿No es algo para que lo pensemos? Claro que sí, el otro 11 de Septiembre es críticamente importante, tiene que ser traído a la conciencia como un reconocimiento de la mayor opresión y dominación colonial del planeta. La gente de aquí debería entender la reacción mundial después del 11 de Septiembre. Este 11 de Septiembre fue una atrocidad, pero... bienvenidos al club. Es lo mismo que nosotros hemos estado haciendo durante siglos, y, a menos que eso se asuma no lo vamos a entender, si no llegamos a ese nivel de honestidad no podemos enfrentarlo. Y es una experiencia educativa muy importante que abrió montones de mentes, y el electorado lo detestó, se enfureció porque, por supuesto, son sirvientes del poder. Pero el pueblo en general no es un sirviente del poder, y puede liberarse de este control doctrinario en una gran medida.

Juan Pablo Neyret (Mar del Plata, 1963) es Licenciado en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde integra el grupo de investigación “Historia y Ficción”. Ha publicado numerosos artículos críticos y entrevistas en medios de Argentina, México, Estados Unidos, España, Alemania y Dinamarca y dictado seminarios y conferencias en Rutgers University (New Jersey), Boston University, University of Texas at Austin y Alamo Community College (San Antonio). Como periodista, es editor de la sección Cultura del semanario Noticias & Protagonistas (http://www.noticiasyprotagonistas.com/). Como escritor, ha participado en los volúmenes Colecticia borgesiana (AA.VV., 1985) y El Carli (1998; antología del Premio Municipal de Literatura "Osvaldo Soriano"), así como ha estrenado una obra teatral de su autoría, El Apellido (2003).

© Juan Pablo Neyret 2004
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid