sábado, 2 de mayo de 2020

COVID 19

Docente-estudiantes-covid-19
por Nicolás Antonio Dìaz  

Dr. en Ciencias Sociales. Licenciado en Trabajo Social. Docente de UNLaR





Qué mundo nos espera tras la COVID-19? Cuatro expertos nos dan su ...


Esta pandemia  del covid-19  enfrentó  a todos los individuos  con cuestiones  que se creían resueltas o sucederían en un escenario lejano.   las muertes por contagio directo, recesión económica  profundas, reorganización  de la vida cotidiana a partir de amenazas reales, los miedos promovidos por los medios de comunicación exponiendo  las cifras fatales, la evolución de la curva de personas infestadas o sus decesos, como un espectáculo obsceno ;la declaración  de cuarentena  en algunos países, el impacto en las relaciones  humanas,  los modos de  vincularnos y demostrar afecto (relación de proximidad, saludos), entre otros,  obligo  a replantear nuevas formas de organización  en todos los niveles incluyendo  las instituciones prestadoras de servicios y entre ellas la educación.   
El sistema educativo tuvo  que enfrentar de forma masiva, en todas las carreras y asignaturas, la virtualidad, en el dictado de clases. No pudo escapar a una situación que amenaza la vida humana y pone en riesgo a todas las personas que trabajan en él, en todos los niveles.
La carrera de  Trabajo Social como todas  las de nivel superior, se encuentran   en  una encrucijada, y requieren  resolver con premura  esta situación. Acomodar los procesos de enseñanza-aprendizaje desde un espacio no- áulico, sino desde la virtualidad   respondiendo a una emergencia sanitaria es la cuestión del momento. Este cambio  repentino e incompleto   sucedió de manera impensada; nadie estaba preparado para asumir el 100 % de  clases virtuales (alumnos, docentes, estructura administrativas de las universidades), y es incompleto en la medida  que dio tiempo (no permitió) capacitar a docentes y estudiante en esta posible realidad. 
  El virus puso de manifiesto   desigualdades sociales que tenemos en nuestros países producto de la corrupción política   y la aplicación de modelos neoliberales, generado una brecha   que es necesario achicar.  En el caso concreto nos encontramos con alumnos que no tiene dispositivos móviles   que les permita acceder alguna plataforma virtual, en sus hogares adolecen de una computadora, y en algunos caso  existe un  celular para todo el grupo familiar pero sin acceso a internet. Por otro lado nos encontramos con docentes  en situaciones similares sin contar con las herramientas tecnológicas para el dictado de clase.
  Si bien existen varias plataformas que nos posibilitan estas acciones, siempre queda “un gusto a poco, un ciclo sin  cerrar, un sabor que algo falta”. Esto se debe a nuestra formación específica, la historia que cargamos como estudiantes y docentes, a la mirada propia de la profesión  dónde el sujeto es central en las decisiones y acompañamiento.   Procuramos  responder ante esta situación tan particular que atraviesa la humanidad, otorgando un lugar a ese/as estudiantes que están fuera de un contexto físico que estaba pactado e institucionalizado, y comprendiendo además que   ese alumnado no es un cuerpo homogéneo, sino  heterogéneo, en lo cultural, social, económico, ritmo de estudio, y  proyectos de vida.  Entender estos aspectos significa  reconocer la complejidad en la que estamos inmersos como docentes. Nos encontramos en nuestras unidades académicas  con una diversidad, que también se refleja en los docentes, su relación con las Tics, dedicación a la actividad de enseñanza, formación, expectativas.
 Referirse a la práctica docente es sumergirse en una dimensión donde entran en juego factores que no se pueden soslayar. Uno de ellos es la institución en la que se ejerce el rol docente, con su política interna, la relación con el medio, su imagen socio-educativa, contexto. Otro factor a considerar se vincula a las cuestiones personales del docente, su formación, capacitación, apertura y flexibilidad para adaptarse a los cambios y demandas de los alumnos, de los colegas docentes y de las reglas en la institución. Por último, y no menos importante,  las motivaciones personales  y las expectativas referidas   al rol docente, es decir: un docente  formador, agente generador  y transmisor de conocimientos, de criterios, de procesos  reflexivos que permitan indagar la realidad socio-cultural  o un docente percibido como un  mero trabajador asalariado sin vocación. (Diaz:38:2018)

El docente al  ser un ciudadano  común, biológico, psicológico, espiritual, social, cultural, económico, político, que ejerce un rol educativo formal en una institución, se ve afectado  en diferentes etapas en la vida   por situaciones particulares que repercuten de forma directa en su quehacer profesional. Las presiones  propias de la carrera docente, alcanzar con  los objetivos propuestos,  realizar actividades de investigación, extensión, dictar la clase, reuniones de pares, responder expedientes, analizar casos, defender sus derechos como asalariado, reafirmar su vocación, participar en lo posible en las luchas sindicales, enfrentarse con sus pares o la patronal, asumir  aulas que no están en condiciones edilicias para el dictado de clase,  lo que genera desgaste en la voz y esfuerzos físicos, comprender la diversidad de los sujetos que asiste,  planificar y diseñar el dictado de clase, etcétera conforman un cuadro situacional que termina agotando  o enfermando al docente, esto sin entrar en situaciones de violencias. Se pide su participación  en reuniones en horarios donde se está trabajando en otros proyectos, o se los destina al descanso o las redes sociales y familiares. Bajo el concepto de excelencia académica se lo sepulta de responsabilidades, obligaciones, entendiendo que solo el (ella) carga con semejante  peso, solicitándoles  una serie de actividades   terminan enfermando las relaciones interpersonales o deteriorando su salud. Este efecto sobrecarga a veces no es entendido por los cargos jerárquicos que exigen más  de lo posible, y mucho menos por los alumnos.
Por otro lado  nos encontramos con “docentes jóvenes y alumnos que en las últimas tres décadas nacieron en un contexto dinámico y atravesado por la tecnología y la comunicación, pero también bajo signos que es interesantes destacar como lo son: el incremento del consumo de drogas por grupos etarios cada vez menores, grandes explosiones demográficas en países subdesarrollados y disminución de la tasa de natalidad en países desarrollados, epidemia del  SIDA que vincula (física y simbólicamente a ciertos grupos) la sexualidad con la muerte, inestabilidad económica y de políticas en toda América, retorno a las políticas de ajustes y el auge de la reforma del estado bajo la denominación de modernización del Estado, discontinuidad de las políticas públicas al cambio de gobierno, poderío económico en manos de grupos  que defienden el establishment, modelos y referentes de juventud que nacen con “fecha de vencimiento“ siendo momentáneos y fugaces, un mundo donde los grandes ideales y las utopías se resisten a morir, las redes sociales que facilitan la comunicación  con sujetos distantes a miles de kilómetros y sesgan el encuentro con los que están más próximos,  enfrentamiento de jóvenes con padres que desean eternizarse en los cánones de la  adolescencia tardía, conflictos bélicos sostenidos por la variable económica, devastación de los recursos naturales no renovables por su modelo capitalista extractivista y exprimidor,  contaminación de suelos y cursos de agua, genocidio a poblaciones indígenas,  ausencia de adultos mayores que sirvan  como referencia  de modelos positivos, aumento y diversificación exorbitante  cualicuantitativos de la pobreza,  la eterna adolescentizaciòn  que promueven los medios de comunicación, la falta de un proyecto de vida a los 30 o 35 años que permitan independizarse, debido a la inestabilidad laboral producto de las recesiones económicas, la globalización, el neoliberalismos y la cosificación de los mercados, entre otras”.(Díaz, 28:2007) y en este cuadro de opacidad, el virus covid-19 obliga a   re-pensar y comprender  la  diversidad dentro de la  diversidad, en la complejidad misma, y a la pareja pedagógica  con sus imitaciones en esa   virtualidad  .
Por otro lado reflexionar  sobre la realidad de los estudiantes permite comprender  a estos  sujetos que se están formando  con sus diferentes motivaciones.  Muchos de ellos/as estudian   por voluntad propia, otros  porque es la exigencia familiar, por continuar con un mandato, porque es una profesión que en su vida personal y familiar represente prestigio, dinero, status o cómo salida laboral exitosa o como una llave que posibilite la movilidad social ascendente. Comprender  esa parte de la realidad motivacional y los contextos de cada alumno no es tarea sencilla, pero es necesario al menos aproximarse, acercarse a esa realidad tan particular, donde  la heterogeneidad se hace presente. Cada alumno es un micro universo, con sus tiempos y ritmos internos, envueltos y exigidos, en una dinámica institucional con calendario  académico  establecido.  Observar a aquellos que son “lentos” en la comprensión de ciertas temáticas es ejercer el compromiso docente desde una perspectiva profesional y humana, al respecto  Daniel Pennac en su libro  Mal de  escuela, plantea “Pero guardémonos mucho de subestimar lo único sobre lo que podemos actuar personalmente y que además data de la noche de los tiempos pedagógicos: la soledad y la vergüenza del alumno que no comprende, perdido en un mundo donde todos los demás comprenden”(Pennac:208)  Si en el aula esto sucede, cuanto más en aquellos que están alejados y por características personales tienen vergüenza de volver a preguntar,  o no terminan de comprender esta modalidad de enseñanza.

En este contexto es donde  Institución-docentes –estudiantes-    deben  re-definir a partir de  una emergencia sanitaria, una   modalidad para no perder el año académico. No es una modalidad a distancia, sino ocasionada por un tema sanitario impensado y sin  experiencia para enfrentarlo ya que no sigue pautas y rutinas como las establecidas e instituida en la educación a distancia propiamente dicha.  Entonces nos preguntamos ¿Cómo seguimos trabajando en este contexto tan enrarecido?  ¿Cómo trabajar con los/as estudiantes cuando el contacto cara a cara-áulico, está prohibido? ¿De qué manera enfrentamos las practicas pre-profesional, el trabajo en territorio, la capacidad de reflexión, análisis,  de los estudiantes? ¿Cómo evaluó la adquisición de lenguaje técnico de forma oral? ¿Qué tipo de evaluación empleare? ¿Por qué me demanda más horas de las que tenía organizada mi labor docente? ¿Cómo administro el tiempo y los contenidos? ¿Flexibilizo algunos contenidos? ¿Cuáles, cómo, de que manera? No existen respuestas únicas, solo ejercitar, construir con  los estudiantes, y las posibilidades de ambos, en ese encuentro particular que exige la virtualidad.

El covid-19 nos interpela como humanos, desnuda  las mezquindades sociales – económicas-culturales, nos obliga a re-pensar la muerte como un hecho cotidiano cercano, pero en esta ocasión cargada de  “la soledad del sufriente”; generando  angustia al  saber que esas son las medidas de bioseguridad, barreras de protección para todos,  fronteras que impiden despedirse del paciente enfermo, marcando una huella en el espacio, en la vida de esa comunidad, en esa familia, y en nuestros estudiantes  que  no están ajenos a esa situación. Por ello es imprescindible  sostener la esperanza, entablar diálogos, proponer la confrontación de discursos, opiniones, evitar anularnos u obturar la relación estudiante-docente-institución,  ser flexibles, aprender y hacer lectura de lo que sucede en cada una de sus  comunidades. 
Considero que un disparador para generar  discusiones, propuestas,  es promover en los estudiantes el debate crítico de esta pandemia y de qué  manera pueden las teorías que pretendemos transmitir  tranversalizar el problema. Este virus no puede ser pensado  únicamente desde la medicina y bilogía, sino también desde lo social   en el que  toma diferentes sentidos de acuerdo a quien/nes  lo contrajeron, el impacto familiar, comunitario, territorial, el concepto de salud y prevención en un contexto complejo, diverso,  mediatizado por el miedo y los actores intervinientes. Es decir la pandemia nos abriría la posibilidad de  articular teoría y práctica a partir de un común denominador que es el covid-19, por ejemplo pensar en una problemática comunitaria de cierta región que están infestados partes de sus miembros por el virus, ¿Qué medidas tomaría Ud como agente de salud, como trabajador social, como integrante de esa comunidad para prevenir el contagio masivo? ¿Puede identificar en su territorio los factores de riesgo, los potenciales y los recursos con los que cuenta? ¿Explique desde una teoría como puede intervenir, generando propuestas viables desde la especificad como trabajador social? ¿Qué escenarios visualiza? Explique dese un marco teórico referencial sus argumentos.
 Estoy convencido que esta emergencia sanitaria puede convertirse en una oportunidad, para organizar desde otro  lugar  la  labor   docente.  Proponiendo  una  lógica- estratégica-reflexiva donde entre a jugar las decisiones, el contexto y el conocimiento  para entender ciertos hechos  y generar  juicio crítico ante ésta  situación. En otras palabras evitar  desesperarse ante el panorama incierto, sino pensar  en diferentes actividades que permitan motivar al alumno/a en intervenciones  científica responsables, creativas, situadas,  para no caer en el activismo sin fundamento, o solo una cuestión instrumental, en el hacer sin reflexión.

Bibliografía Consultada

             Bauman Zygmunn-  Modernidad Liquida. Fondo Nacional de Economía Y Cultura. Argentina. Bs As 2006
             Carballeda, Alfredo Juan Manuel -Apuntes de intervención en lo social. Lo histórico, lo teórico y lo metodológico. Ediciones Margen. 2018.
             Díaz, Nicolás  Antonio -  Revista GIT, UNLaR 1998
             Díaz, Nicolás Antonio - Valores y Sociedad Una Aproximación a Nuestra Realidad ,2007  Editorial Nexos La Rioja. 
•            Díaz, Nicolás Antonio- Trabajo Final de Especialización Docente, Universidad Nacional de La Plata, 2018.
             García, Rolando - Sistemas Complejos, conceptos, métodos y  fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria. Serie CLA.DE.MA. Filosofía de la Ciencia.
             Guyot, Violeta- Módulos Curriculares y Cursos que las Integran, Universidad nacional de San Luis

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